VEJEZ=LIBERTAD
VEJEZ =LIBERTAD
Estimados Lectores de lengua hispana:
Si ahora ven que aparecen publicados varios de mis artículos de una vez el mismo día, es porque me liberé de contratos macabros, no tengo Internet en casa, tampoco tengo teléfono y por supuesto que tampoco tengo Smartphone, así es que comencé una nueva vida de libertad absoluta.
Este sitio literario lo alimento conectándome en bibliotecas públicas, es por eso por lo que viajo seguido a París. Un día les contaré lo que pasó con estos nuevos ladrones que inventaron lazos comerciales para enriquecerse a costa de la usurpación de cerebros y cuentas bancarias de inocentes e idiotas que les entregaron su alma y la llave del cofre fuerte a esos bandidos directores de los servidores de las BOX.
Yo fui una de esas idiotas que me aboné durante años a esos contratos que usurpan nuestra vida, nuestro dinero y nuestra libertad.
Me liberé, me despojé de todas las amarras usurpadoras de dinero.
La vejez la conozco tan de cerca, porque mis padres me hicieron nacer cuando ellos ya eran maduros, mi padre tenia cincuenta y cuatro años y Mama cuarenta, una pionera, para esa época, hace sesenta y ocho años que Mamá me trajo a este mundo; empecinada en ser Madre.
Mi único tesoro en mi vida es el haber tenido padres como los que tuve, nadie ha tenido esta suerte. Fueron dos seres únicos; poseer sus genes es lo que me da fuerzas para vivir. Ya nada puede angustiarme, nada ni nadie es capaz de inquietarme, lo único que me importa es este pedazo pequeño de vida que me queda; y con qué cuidado y premura me empecino yo ahora, porque nadie perturbe mis días.
La libertad es una necesidad en la vejez.
Liberación, vivir sin ataduras comerciales ni afectivas es una fuerza poderosa que se vuelve humana, tangible y olímpica.
Revestida de un poder nuevo, antes desconocido, saboreo una vida que es algo así como vivir en el siglo dieciocho.
Me da espanto y risa a la vez el ver a la gente en el metro, en el tren, o en los buses, también en los cafés y caminando por las calles; viven con el smartphone en la mano y los ojos clavados en las pantallas, son verdaderos extraterrestres, robotizados. Yo pienso que no tendrán jamás un flechazo, porque para ello hay que estar permeable a la vista de un ser vivo que tal vez aparezca por azar, aunque la casualidad no existe y no es más que el destino, sí, porque un ser puede aparecer en el recodo de una esquina, en una terraza de café, al cruzarse las miradas en un viaje común o esperando un bus…Eso era antes…
Se dicen ecólogos, y ahora es peor que antes que por lo menos, antes, como decía André Lhote, la gente miraba el cielo sólo para ver si iba a llover; hoy en día se dicen ecólogos, preocupados por la naturaleza y ni siquiera miran el cielo para ver si va a llover, los idiotas caminan mirando el smartphone respondiendo llamadas, llamando para decirse mil veces la misma idiotez de hace diez segundos.
Qué mundo terrible me toco para envejecer.
La única solución es crearse su propio universo, cerrando postigos, ventanas y puertas con doble cerrojo y candados.
Comencé mi nueva vida para envejecer en paz, y qué triunfo, qué libertad y que olímpica manera de crear un cotidiano de verdadera artista.
Dejémoslos que sigan traduciéndome con su robot Google.
Yo no tengo la posibilidad de evitarles el costalazo, porque es una verdadera caída el querer traducir escritos literarios con un robot; bueno tal para cual, un día la poesía se apagará, el arte no existirá, enceguecido en las redes de la informática y de los ladrones.
Hasta pronto estimados lectores de lengua hispana.
Carmen F. Gazmuri Cherniak
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