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MEMORIAS: mi vida literaturizada de Chile a Francia.
“USTED ES MUY BELLA”
“Usted es muy bella”, me dijo un señor la semana pasada.
De esos rarísimos ejemplares masculinos que quedan aún en la tierra, bien educados por padre y madre, de esos que dejan el asiento a personas de edad en los transportes, que son machistas y que no se sienten superiores y menoscabados porque reconocen en una mujer atributos naturales que ella no ha buscado, ser bella o fea no son cualidades o malogros estéticos gratuitos y de los cuales una persona no ha debido sacrificar nada ni gastar esfuerzos por serlo o no serlo, aunque nadie va a empecinarse en ser fea, si la naturaleza no la ha dotado de atributos estéticos agradables, la pobre no podrá hacer nada por superar sus defectos y sería una marca de masoquismo pronunciado el que una mujer o un varón, haga esfuerzos por menoscabar su persona voluntariamente, no les queda mas que asumir la belleza o la fealdad.
Cuando yo era joven, papá era el que me lo decía constantemente, y antes de morir, me dijo que su tristeza mas grande fue la de no haber podido hacerme un gran retrato, me dijo: si vuelvo del hospital, te prometo que te compraré una de los mas bellos vestidos que encontraremos y te voy a hacerte un gran retrato, no he tenido tiempo dando clases, no pude pintar mas que con una mano, mi chiquilla linda, prométeme que vas ha hacer exposiciones, a una chiquitina linda, nadie podrá rechazarle nada”
Pobre querido papá, yo pienso siempre como se sentiría agobiado de verme sumida en la miseria habiéndome dado todo para que triunfe sola e independiente en la vida, ese fue su más fuerte objetivo, dejarme preparada con una profesión, él me dejó con dos, y en Francia me mutilaron las dos, la de profesora y la de pintora; y de haber visto el asesino des Mamá, pero no, mis conjeturas son erradas, porque si papa si hubiese estado vivo, con nosotras, el crimen no habría ocurrido,ese cobarde tomo a mama como CIBLE unicamente porque sabía que yo estaba sola con mi madre y que nadie sería testigo de su asesinato, ademaás lo hizo para torturarme a vida, Mamá fue el excelente pretexto, para destruirme, fue una venganza, y sus tres colaboradores, lo ayudaron en la segunda etapa de la agonía de mama, porque estaban desesperados porque yo rechacé la APA y porque no dejaba sola a mama y que siempre exigí dormir a su lado cuando por raras veces debía ser hospitalizada. Fue si como cometieron tres abusos corporales contra ella, la última fue la mortal.
Y, de todos modos, estoy segura de que no habría esperado el tribunal del Consejo del Desorden, habría ido a buscarlo y lo habría masacrado peor que un terrorista, yo habría tenido que sujetarlo para evitar su castigo bien merecido, ningún hombre viril y verdadero va a soportar que un médico asesino torture su mujer. Mi padre adoraba Mama, era su su musa, la admiraba por su belleza suprema y su talento de pianista. Todo fue malogrado, con razón se dice que aquel que asesina a una persona, una madre única, asesina a la humanidad entera.
Y, mi padre de haber haber visto que gracias a la administración francesa, estos miserables destruyeron mi juventud y las Serpientes sádicas, venenosas y envidiosas tratan hasta hoy en día de menoscabarme,no lo habría soportado.
Pero el amor de papá y sus verdaderos halagos me acompañan siempre, y me dan la fuerza de seguir en mi eterno combate contra la adversidad.
Con esto digo que los atributos naturales son principalmente una cuestión natural, “de naturaleza” como se dice, para mi es una cuestión que yo atribuyo unicamente a la genética. De costumbre las mujeres se deshacen cunado un señor les dice que son bellas, son adulaciones que ellas esperan. Yo en cambio, la verdad es que me importa un bledo lo que piensen porque sé de antemano, que hay un batallón a las que ese ejemplar que me lo dice a mí, se lo dirá cinco minutos más tarde a otra que cruce su camino, es la ley de la naturaleza, si, otra vez. Solo amores absolutos e indiferentes al efecto de su halago dirán la verdad, ya sea porque el verdadero amor encuentra bello aquello que induce su amor, ya sea porque su observación estética le hace ver bello aquello que entra en su configuración plástica, como decía André Malraux: ”la question du beau c’est un faux problème”.
A mi edad, ya vieja, porque setenta años es la edad en que se comienza a contar los meses que nos quedan para vivir, ninguna mujer de setenta años es “bella”, hay que hacer un viaje retrospectivo y ponerse a imaginar que esa mujer en su juventud pudo ser verdaderamente bella, ahora ya vieja, se ven los estragos de la edad y los últimos vestigios de lo que antes fue.
Es mi verdad salida de mis reflexiones metafísicas. Me da una risa cuando me dicen :”usted es una bella mujer”.
Les corto el aliento al-tiro, porque esta vez le dije al señor, muy caballero galante:
“¡Por favor! Eso era antes, si claro a mis diecisiete años, ahora estoy fea como todas las mujeres de 70 años, ahora, que ellas se esfuercen por mostrarse presentables, tal como lo hago yo, eso es otra cosa, pero a los setenta, ya nadie es bella”.
Llegando a casa , ya reposada, me acordé de lo que Mamá me contaba siempre riéndose, de cuando nací prematura y que ningún médico me daba esperanzas de vida, me pusieron en incubadora; las del año 1954 no eran como las de hoy llenas de tubos, cables y ademases, era une simple caja tibia, ni siquiera me pusieron el gorrito, entonces papá con mamá iban a verme y papá se puso a reclamar que un bebé gordo y llorón estaba colocado en una incubadora a mi lado y él les reclamó a las enfermeras que debían sacarlo de allí porque no me dejaba dormir, luego antes de partir, mirándome en la incubadora, le dijo a mamá: “mira, te prometo que la saco de aquí, reina de belleza”
Mama se moría de risa, yo no era más que un pequeño ser de 500 gramos, según todos condenada a morir dentro de tres días, y papá ya me veía reina de belleza. Entonces se empecinó en buscar una enfermera que pasase los tres días críticos, y, día y noche se quedó a mi lado, contratada por papá, no por el hospital que no hizo nada por ayudarme a vivir.
Ella se quedó junto a mí, obediente, dándome leche con un gotario para que pudiese pasar esos tres días críticos, si seguía viva, aceptando las gotas de leche, me salvaría, y Amanda se quedó a mi lado esos tres días y sus tres noches abnegada, siguiendo las órdenes de papá, porque las del hospital fueron : “déjenla, esa no va a vivir, no vale la pena”.
“En todas partes se cuecen habas” nos dice el proverbio, en Chile tal como aquí en Francia, hay médicos asesinos, el crimen es una especialidad bien remunerada de la medicina internacional. Hay que preguntarles: “¿Cuál es su especialidad doctor? ¿El crimen? Dígamelo porque me voy de su consulta ipso facto”.
“Déjenla, no vale la pena ESA, no va a vivir”.
Y setenta anos después, casi un siglo después, aquí estoy, esperando volver a París, bien viva, escribiendo y pintando, lentamente, volviendo locas de rabia a las Serpientes-Cobra que me persiguen.
Volviendo al sujeto de lo bello.
Me acordé, a propósito del caballero andante que a mis setenta años me encontró “bella”, me acordé de algo importante que había dejado en el olvido, a mis dieciséis años, la misma época en que llego a Santiago Juan Manuel Serrat y que me las arreglé para conocerlo, con razón dicen “genio y figura hasta la sepultura”, vuelvo a mi liceo privado, mis compañeros, si decirme ni avisarme nada, me inscribieron como candidata a “reina de belleza del bachillerato”, era un concurso organizado por el liceo “privado”“en que mis padres me inscribieron para que estudiase seriamente los tres últimos años de secundaria, evitando el acoso de las compañeras del liceo público, así me dejaban al resguardo de nuevos ataques y me aseguraban la entrada bien preparada a la universidad, ya dije que todos mis profesores del “Instituto Pascal” eran profesores de universidades, asi fue como pasé con éxito mis tres últimos años de liceo, cruciales par asegurar una entrada a la Facultad de pedagogía, que allá en Chile no es juego como aquí en Francia; siendo el castellano, la materia mas importante junto con las matemáticas, como aquí debería serlo el francés, si no salieran todos del publico iletrados y con faltas de francés que los vuelven verdaderos analfabetos, en fin, “con su pan se lo coman”.
Fue así como, un lunes llegando al instituto me dijeron: “ mira Carmen los votos que hemos recogido para que salgas reina” . Ya eres candidata!”
¿Votos de qué? Les contesté, ¿qué candidatura?
Te inscribimos todos en el concurso de “reina de belleza del bachillerato”.
Al final salí segunda, me festejaron en una fiesta del “Instituto Pascal”.
Uno de mis compañeros me contó que la que salió primera se volvió loca recogiendo a la fuerza votantes, porque tenia mil amigos, no solo en el instituto, “será para el año próximo”, me dijo otro de mis compañeros, “cuando estés en la universidad, serás reina de belleza de las mechonas”.
Eso no me importaba, lo que si fui sin duda es que mis profesores me eligieron una de las primeras alumnas de la especialidad de Castellano, distinguiéndome en todas la materias, y en las de pedagogía obtuve notas de 100% en filosofía. ¿Qué más podía pedir? Fui nombrada ayudante de cátedra para los primeros años de la especialidad y directora de talleres literarios, el ser reina de belleza mechona, (Mechona es como se nombra en Chile a las alumnas del primer ano universitario)
Me importaba poco el asunto de que me nombraran reina de belleza mechona, mi ubico interés era ser una alumna brillante y dejar a mi padre recompensado de su esfuerzo por dejarme con un titulo universitario. Mi más grande pena fue que murió el mismo día de mi salida triunfante de la Facultad, en duelo, sin haberle dado esta satisfacción que lo habría recompensando de todos su sacrificios y habría partido, por lo menos con el orgullo de haber educado una hija que le obedeció y que tuvo éxito en su esfuerzo intelectual. Ese día en que perdí a mi padre, fue cuando comenzó mi tragedia.
Mi padre fue el único que me formó, que me dio todo, que me ayudó, y que me mantuvo regaloneada.
Preparando mi mudanza, encontré fotos y una cartas de papá, de cuando pasé vacaciones en el extranjero con mamá, cuando fuimos a visitar a mi abuelita, me llamaba, “mi chiquilla linda, te espero pronto”. Yo tenía dieciocho años, en esa época se lo creía.
Son mis únicos tesoros.
A propósito del mismo tema, conversando con un joven oftalmólogo, él me dice: “usted tiene una excelente salud, tiene mucha suerte, ¡imagínese que a sus setenta años, no tiene ninguna enfermedad! Eso no se encuentra seguido en mujeres de su edad.”
Le contesté:
Doctor, ¿usted encuentra SUERTE el estar en buena salud?
No, yo lo atribuyo a dos cosas, la primera mi genética, la heredé de mi línea materna, mi abuelita murió a sus 106 años, longevos todos, si Mamá no hubiese sido maltratada, ella murió a sus 98, espero seguirla.
Luego, mi buena salud se debe a que nunca he fumado, no bebo alcohol, como medido, hago un régimen carisimo, hecho de puras proteínas y verduras, régimen de top-modelo de tercera edad, no como pan ni feculentos, casi nada de grasas ni de azúcar, y también a que practico la medicina preventiva, paso por todos los scanners posibles y existentes una vez al ao así puedo retardar la muerte.
Si, me dice eso esta muy bien, pero es una cuestión de suerte que usted no quiere aceptar, porque aun haciéndose escanear, un día puede llegarle algo que ni con el mejor escanner ni médico se podrá curar.
Por supuesto, yo estoy preparada, Vladimir Jankélévitch, nos ha dicho que la muerte es “la maladie des maladies” de esa de la cual no nos mejoraremos ; sin embargo, se puede prevenir una enfermedad que si no sa ha descubierto a tiempo gracias a un scanner, llegado el momento de descubrirla tardiamente, el mejor de los médicos del mundo no podra hacer nada.
El oftalmólogo insiste en nombrar mi caso de SUERTE.
Doctor le replico, me impresiona de que usted siendo un científico, me hable de suerte, eso es como decir, “es gracias a Dios”.
El me contesto, Si algunos lo llaman dios, otros el destino, yo lo llamo SUERTE. Insisto en que usted tiene mucha suerte.
¿Dios en el asunto?
No, por favor. Dios nada tiene que ver en esto. Parece que estaba haciendo la siesta cuando el asesino de Mama la maltrataba hasta darle una agonía que ni un animal hubiese resistido, ahí se demuestra lo que Mamá me decía cuando yo me inquietaba por su salud: “Mi linda no te preocupes, no ves que aún estoy aquí contigo, que no ves que tengo una salud de fierro?”
Al final, el joven oftalmólogo, indiscutiblemente una eminencia salió ganando, lo creo porque él insistió en calificar mis setenta años en perfecta salud a una pura cuestión de suerte, y yo a una gracia genética y a mi esfuerzo cotidiano, yo paso mi vida preocupada de mi ser, siguiendo los consejos de mis padres que pensaban los dos igual, me decían: “el cuerpo es lo único que tenemos, hay que cuidarlo y no hacer ninguna economía en cuestión de salud, deberás siempre darle prioridad a la salud, antes que todo otro gasto es la salud la que prima”.
[…]
Carmen Florence Gazmuri Cherniak
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