CARMEN FLORENCE GAZMURI-CHERNIAK

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FRAGMENTO DE MI LIBRO EN ESCRITURA: MEMORIAS

4 mai, 2024 (08:33) | Non classé

 

 

 

FRAGMENTO DE

 

MEMORIAS

MI VIDA LITERATURIZADA DE CHILE A FRANCIA

 

PARÍS 1980 – PARÍS 2024

 

El sabor de la culpa es amargo, pero ¿es mi manera de pensar de ahora que estoy vieja, censurable?

¿Debo culparme de un fracaso exógeno?

¿Debo decirme que todo el trabajo realizado no ha servido de nada?

Rememoro mi partida de Santiago, el primer viaje a París me sirvió para tomar le pulso del ambiente, crear lazos y localizar el modo de aterrizaje, mi primera tentativa fue negativa, no encontré trabajo, debí volver, prometiéndome que la próxima debería ser la definitiva, y lo fue.

Luché por quedarme como leona furiosa, no iba a dejar mi puesto por nada, ya había vendido todo y liquidado todos mis bienes por venir a París para instalarme y para siempre.

Ese dinero que me sirvió para huir de Chile no era mío, era el trabajo duro y difícil de mi padre, su lucha condensada en bienes que él nos dejo con el sacrificio de toda su vida; no fue una decisión apresurada y hecha a tontas y a locas, lo pensamos y discutimos días y noches enteras con mamá. Ella y yo, no decidíamos nada sin estar de acuerdo juntas. Yo soy luchadora y aventurera, nunca me atemorizó trabajar duro, nunca rechacé los reemplazos difíciles y precarios que le daba la administración de los liceos y vivía al día esperando que llegaría una época de días mejores donde podría, una vez francesa, crear mi vida a mi manera, yo quería vivir como una verdadera francesa, eso que es para mí una vida parisina lo dejaré para un capítulo aparte.

Esa vida como una verdadera parisina yo creía poder lograrla gracias a mi naturalización, no pensaba en otra cosa, tener una “Carte de résident privilegié” por diez años, dada a condición de trabajar y de ser independiente y de poder asumir todos los gastos de mamá, condensados en albergo, alimentación, salud y vestimenta, lo hice sin pedir nada al Estado francés, pero esa “Carte de résident privilegié” no era en ningún caso una carta de identidad francesa y yo me detenía horas pensando en la palabra “identidad”. Oficialmente no era “francesa” por mas que yo discutiera y me enfrentara a la administración, defendiéndome, el rechazo se veía en sus miradas de desprecio y yo me defendía con el orgullo inherente en mi persona, ese que no me perdonan ni me perdonarán jamás.

Yo creía que une vez naturalizada francesa, yo arreglaría el desnivel de vida, el contraste terrible que tuve que soportar entre el tren de vida que me dio mi padre en Chille y la vida de privaciones que debimos sufrir mamá y yo con mi sueldo mísero de profesora aquí en París.

Me educaron para ser independiente y poder ganarme la vida sola, papá no dejó de decirme que él era viejo y que no habiendo familia alrededor mío, él tenía miedo de dejarme desvalida, es por eso que su única preocupación fue la de dejarme con un diploma de profesora para “ganarme la vida”, el arte, me decía, ser pintora, una mujer sola es un riesgo que no debes tomar, porque te pasará lo mismo que a mí.

Solo que cuando vio el resultado de su enseñanza y antes de morir, me hizo jurarle que no dejaría nunca de pintar y que haría exposiciones.

Yo seguí siempre sus consejos. Trabajando para ganar el pan de cada día y pintando con lo poco que me quedaba de mi sueldo.

Un solo sueldo precario e incierto de profesora aquí en Francia no sirve más que para gastarlo en pagar el alquiler las facturas de rigor y el diario vivir.

Nunca tuve deudas y mi forma de vivir austera me permitió sobrevivir con mamá sin pedirle nada a nadie, ese era mi más grande orgullo; la autogestionaria que soy salía triunfante de todas las encrucijadas, solo que todo cambió cuando Francia cambió el franco francés por el euro, y que cometieron la estupidez mayúscula de crear y unirse a la Comunidad Europea.

En 1989 adquirí la naturalización francesa que tanto quería y abruptamente en vez de subir de nivel, afianzar mi vida material y espiritual en Francia, comencé a perder todo lo poco que había ganado y siguiendo consejos turbios, creyendo en Francia y sus eslóganes, no sabía que me convertía en la autora de mi propia desgracia, esta fue irreversible: entrar a la Educación Nacional y alquilar un piso a los arrendatarios sociales que dirigen los HLM.

Yo nunca debí entrar en la Educacional Nacional y nunca debí pasar la puerta de los sistemas sociales franceses siendo el alquiler de las HLM el peor de todos, es el más grande y absoluto de mis sufrimientos, el solo hecho de alquilar una “Habitation à Loyer Moderé”, HLM, es motivo de desgracia, de perturbación cotidiana y un sufrimiento que deberé cortar de raíz. Hay que vivirlo para saber de qué se trata, es el peor sistema que ha creado Francia, los edificios de HLM. son centros urbanos de habitantes del hampa, de gente sin educación, estos edificios para los pobres sin recursos, los dejan abandonados por fuera y por dentro, el dinero del Estado, los gerentes se los gastan entre ellos, son funcionarios, por lo tanto nadie puede contra ellos, llevarlos ante el Tribunal administrativo nos provoca esperas de años, porque aquí en Francia la justicia está en la ruina y hay montones de carpetas que esperan el juicio antes que la mía. Tengo para rato…

Aquí en Francia, el que se vuelve pobre por “accidentes de la vida” o le da un portazo a Francia, y se escapa para buscar otros horizontes, o se queda atrapado si no puede irse del país.

Las locuras y aventuras existenciales de la juventud no pueden realizarse por segunda vez en la edad madura y en la vejez hay que tratar de vivir la última etapa lo mejor que se pueda.

Porque no me queda otra cosa que hacer que vivir mi estado victimario, y que sé y que estoy consciente de que una se vuelve víctima, sin quererlo, es la tragedia que me tocó vivir aquí mezclada por fuerza al hampa. Soy el trágico ejemplo viviente de la inmiscibilidad social.

Estos HLM están repletos de habitantes salvajes y carentes de los principios más básicos de una educación mediana, es aquí donde se encuentra un laboratorio de estudio que da todas las respuestas que los políticos y sociólogos nos mienten y que se mienten a sí mismos, porque admitir la catástrofe social que han creado les provocaría un desfalco económico y la apertura a la abdicación publica de medio siglo de errores político sociales.

EL PORQUÉ DE MI HUIDA DE CHILE.

Yo me prometí dos cosas, emprender una “misión artística” para hacer conocer en Francia al pintor Hernán Gazmuri, darle el verdadero lugar estético al que pertenece: l’École de Paris como discípulo de André Lothe y efectuar la “Donación Gazmuri” en nombre de mi madre al Museo de Arte Moderno de la ciudad de París. Eso lo logré.

Yo quise al mismo tiempo crear mi vida independiente en París.

Esto fue un fracaso absoluto.

París, la capital de Francia que en 1928 le dio a mi padre, como el lo dijo siempre “la revelación de la pintura moderna en el taller de LHOTE” y lograr un puesto existencial para mi madre y para mi y hacer de París mi ciudad de adopción.

Yo sabía que mi lucha por conquistar París no seria unbouquet de roses” como me dijo un día René Huyghe, no, yo sabía que sería difícil la lucha por obtener un reconocimiento profesional y laboral de mis competencias como profesora, ese reconocimiento unánime que me dieron todos mis profesores de la facultad de Castellano de la UTE donde siempre obtuve la mejores notas y donde fui también la primera alumna de las asignaturas de Pedagogía. Yo no titubé jamás por lograr lo que quería, ganarme la vida como profesora de castellano, para sostener a mi madre y nuestro hogar y poder así pintar y lentamente lograr el ser reconocida como pintora, yo no intenté jamas comenzar a vivir en París como artista, mi idiotez no fue esa, como muchos quieren hacerlo creer, yo llegué diplomada y realicé las “equivalencias” en la Sorbona precisamente para poder comenzar a ejercer en París y ganarme la vida de inmediato.

Encontré trabajo en los institutos de Formación de los directores de empresas, luego en liceos y escuelas privadas que preparaban para el bachillerato en español.

Comencé a creer que mi vida sería estable, no tenia porqué pensar lo contrario, mi sólo sueldo me bastaba para vivir medianamente, ocuparme enteramente de mamá, y me quedaba un poco de dinero para comprar telas y colores.

Cuando me faltaba dinero a fin de mes, hacía “la pose” en la Academia de la Grande Chaumière, y salía del paso. Pagaban bien, sin declarar, en dinero líquido y me servía para llenar el refrigerador. Es verdad que nunca pudimos irnos un mes de vacaciones al mar, pero nada nos faltaba, yo alquilaba un piso a un particular, jamás tuve problemas con los propietarios, las cuentas de electricidad y de agua eran correctas y normales, al alcance de cualquier sueldo medio, y así comenzamos a pasar por los años, perdiendo miserablemente nuestras vidas en una sociedad decadente donde solo triunfan los que están arriba gracias a los partidos políticos

Fue así como fuimos pasando por años inservibles, envejeciendo juntas, mamá y yo; los años que nos destruían, mamá envejeciendo y yo esperando un milagro.

[…]

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