EL CLAVECÍN BIEN TEMPERADO DE MAMÁ
EL CLAVECÍN BIEN TEMPERADO
DE MAMÁ
Este domingo lo pasé pintando, escribiendo y escuchando las dos versiones que tengo del Clavecín bien temperado; la de Barenboim y la de Edwin Fischer. La versión de Mamá, no la tengo más que en mi cerebro, siempre quemándome en el recuerdo, la versión de Mamá es la mejor del mundo y que no existirá nunca más otra que se le pueda comparar. Les diré por qué, pero más adelante en este pasaje de mi libro que estoy escribiendo.
Cuando le decía a Mamá que ella era la que interpretaba mejor que ningún otro pianista el Clavecín bien temperado, ella se reía y me contestaba: “pero no…!por favor! que dices mi hijita” ; solo papá estaba de acuerdo conmigo; el único defecto de Mamá era que tenía un exceso de modestia, tanto que cuando murió papá tuve que madurar con la velocidad del rayo, muchas cosas que aún no había desarrollado, eso era porque estaba tan bien defendida por él, que esas cualidades de carácter yo las tenía en dormancia.
Cuando papá murió quedé mutilada, y tuve que hacer la recuperación de mis miembros mutilados para poder seguir viviendo y tomar enteramente a cargo la vida de Mamá; Papá en su lecho de muerte, me dijo desesperado: “por favor ocúpate de tu Mamá, es tan indefensa e inútil en la vida corriente”
Le contesté: “papá, tranquilo, por supuesto que lo haré, no tienes necesidad de pedírmelo”
Maduré de repente, para tomarla a cargo y defenderla de todos los peligros, porque la gente, la sociedad abusa de los débiles, y hará lo posible por decapitar a los que se muestran fuertes, es lo que me pasa ahora a mí. Yo no les dejo pasar ni una sola a los cobardes, es por eso que “los franceses” me” llaman “TÊTUE”, traduzcamos, eso quiere decir que no soportan en mi persona que yo esté segura de mí misma, ellos quieren que yo sea una pasta fácil de modelar a su gusto, quieren hacer conmigo lo que a ellos se les ocurre.
Para ellos es têtue la que sabe lo que quiere y que no les dejará pasar engaños ni mentiras; yo les respondo que una mujer “têtue” es una mujer obtusa e idiota, que no sabe pensar ni conoce la sutileza de la dialéctica, en ellos hay odio, ante mi seguridad en la vida, la detestación se transforma rápido en el rebajamiento de mi persona en insultos, acuden a palabras como “loca”, têtue, etc.
A mí, lo único que me interesa en una persona sea hombre o mujer, es su inteligencia, la inteligencia se demuestra en la palabra, en lo que alguien me dice, para mí la palabra es algo incomparable, yo vivo sumida en palabras y en colores; una frase puede darme repulsión o producirme un efecto devastador de admiración y cuando era joven… de amor.
Hay estudios científicos que están estudiando el efecto de la música en los seres que se están formando en el vientre de la madre; Mamá tocaba su Clavecín bien temperado cuando me esperaba y preparaba sus conciertos; otra idiotez que decía el vulgo al vernos:” ah, esa no ha cortado el cordón y mírala, la edad que tiene y atada a su madre, está loca, véanla, aún no ha cortado el cordón”.
El cordón no se corta nunca ni con la muerte, cuando nuestra madre ha sido artista, el cordón simbólico, invisible, nos sigue atando, de la maternidad a la tumba, la mía me está esperando junto a la de Mamá, así es que les respondo, ninguna inquietud, el cordón apareció junto con el Clavecín bien temperado, así me fui gestando en el vientre de Mamá, Bach lo conozco de memoria, no hay nadie que sienta más que yo el clavecín bien temperado, Bach es Mamá, Bach es mi familia, es todo para mí.
Vuelvo a la versión de Barenboim, es un pianista soberbio, hace de Bach una orquesta, pero yo tengo en mi cerebro la interpretación de CLARA, Mamá, es imposible que yo no haga el “comentario comparado” con las versiones de todos los pianistas, mi referencia es la interpretación con la que me gesté, nací y viví.
En Barenboim, hay demasiado pedal, demasiados matices, entonces el contrapunto que sostiene la mano izquierda se diluye, pierde toda la fuerza, esto no quiere decir que Bach no emplee frases llenas de ternura, es una ternura teológica y todo en Bach, es un dialogo teológico filosófico que desarrolla hasta el infinito; su ritmo envuelve, es enervante, como lo es el gótico, rudo, recio, y al mismo tiempo de una finura que pocos saben percibir, lo destruyen o tocando como máquina& de coser o bien dándole la dulzura melódica de los italianos, que Bach tomo por cierto, pero adaptándolo a su propio pentagrama, la partitura de Bach hasta de verla nos dice como exige le exacta pasión teológica; esta no deja espacio, pasa por la corriente sanguínea y los nervios, es un paroxismo del que su música que no se libera jamás, si le dan demasiada importancia a los cambios de matices y para colmo, con un tempo demasiado rápido, hay disolución y pérdida de fuerza de intensidad en el fraseo.
En Fischer, un gran pianista austero que toca Bach, al estilo alemán, que es su escuela, lo prefiero, en todo caso se acerca mejor a Bach, pero le falta la pasión expresiva que le daba Mamá, lo que ella lograba era una maravilla, con razón en los conciertos la gente se ponía de pie para aplaudirla, papá estaba tan emocionado. La verdad es que fue un crimen que papa, por falta de recursos, porque para dejar todo y venir a instalarse aquí se necesitaba ser millonarios, y ya saben la persecución, la infamia que sufrió el pintor Hernán Gazmuri en Chile, eso fue lo que repercutió en la carrera de concertista de Mamá. Que no pudiese sacarla de Chile para que viniesen a instalarse aquí en Francia o en cualquier otro país de Europa, Mamá debió venir a Europa, único lugar para un músico, esa tragedia se quedó grabada en mí, quemándome la mente, como un grabado de aguafuerte que me hace daño en el cerebro, la falta de dinero…Y cuando yo pude sacarla de ese país maldito, ya estaba demasiado avanzada en edad, hice lo que pude, pero mi fuerza vital, no pudo ir contra el tiempo devorador, perdón Mamá.
La interpretación de Fischer siendo perfecta en técnica y que no abusa del pedal, se queda en muchos fraseos sin contraste, por fortuna no hay ostentación del pedal, la interpretación es recia, pero le falta la expresividad, el error es creer que esta austeridad propia de Bach, debe lograrse sin hacer percibir los acentos en las frases, entonces hay disolución por exceso de pedal o hay disolución por carencia de acentos, entonces todo comienza y termina en un tono monocromo, la música es como la pintura, como una frase poética que no tiene porqué ser diluida en la falta de expresividad.
De estos dos extremos que rechazo, porque me molestan, yo siento inmediatamente que me falta algo, mi ser entero los rechaza porque está grabado en mí la verdadera interpretación de Mama, no en disco, no en grabaciones metálicas, que no son el sonido natural del piano, sino que yo lo escuché en su verdadero piano de concierto, plantado en medio de nuestro salón; les diré como lo interpretaba Mamá; el tempo no era ni demasiado rápido ni en cadencia lenta, lo que más me impresionó de la interpretación de Mamá, era su novedad, había logrado hacer un Bach expresivo no con el pedal sino con el peso del cuerpo y del apoyo de la mano y los dedos en el teclado; logro expresividad, austeridad y fidelidad al tempo de la partitura, en un expresionismo rudo y lleno de matices perfectamente controlados, esto lo viví y no pude madurarlo y decirlo; decírselo a ella, que mucho más tarde, cuando estuve formada intelectualmente, pero este conocimiento empezó en su vientre antes de nacer y mientras la escuchaba y la observaba, cuando me plantaba a su lado a mirarla mientras tocaba, cuando yo, desde tan pequeña, comprendí lo que es tener una madre pianista, es una revelación emocionante, perturbadora para la niña que fui y que deba asimilar un permanente desdoblamiento de su Mamá. Yo no tenía más de tres años.
Dios mío, pero cuantos años a su lado viéndola comenzar a las nueve de la mañana su plegaria matinal, el tercer movimiento del primer cuaderno del Clavecín bien temperado, la fuga in C mayor, BWW 846.
Y, cuando Dios quiera, El Clavecín bien temperado de Mamá, seguirá resonando en la tumba, con nosotras dos en la misma tumba, en nuestra tumba seguirá resonando en la negrura sombría del caveau. Mas allá de la eternidad…
[…]
Carmen Florence Gazmuri Cherniak
In, MEMORIAS, mi vida de Chile a Francia
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