CARMEN FLORENCE GAZMURI-CHERNIAK

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LAS PALABRAS

4 décembre, 2022 (19:38) | Non classé

         LAS PALABRAS

 

Ellas resuenan y tienen un poder inusitado en todo momento, cuando un imbécil se expresa y deja correr por el aire su imbecilidad es algo insoportable porque la palabra se transforma en desastre, cuando la palabra es urdida con maldad para hacerla brotar en una onda sonora que se propaga en el aire en un enjambre de mezquindad y de insolencia;  la palabra se transforma en escándalo; y cuando la voz de la inteligencia y de la bondad brota como un fuego, como una brisa suave o cuando apacigua la angustia y la tristeza, una sola palabra tiene el poder mágico e instantáneo de la paz infinita.

Nada puede hacerse sin la palabra, desde que nacemos estamos inmersos en ese caudal que nos forma y nos ata, nacen las palabras con la Madre, y antes de nacer ya estamos escuchando su voz, nuestra “lengua materna”; yo no fui más que unos pocos meses a la escuela de párvulos, Mamá ensayó de llevarme un corto tiempo para ver si era “sociable”, pobrecita, no logró nada, porque yo siempre aborrecí la escuela, y mi mayor triunfo y felicidad era quedarme en casa, mi universo, al final se convencieron de que debía quedarme en casa; fue Mamá la que me enseñó a hablar, a escribir y en esa época se enseñaba a escribir a los niños con “palotes”, esas líneas que debían ser derechas y parejas en un cuaderno milimétrico, luego poco a poco, llegaron las palabras, las frases, y bien rápido me puse a escribir, fue Mamá mi única profesora ; en el colegio era yo la que salía al pizarrón y en los dictados era la única que sacaba la mejor nota en ortografía, luego era yo la que leía antes que mis compañeras, ¡Oh, ese fue mi primer elogio público y mi primer premio literario! Los elogios de mis compañeras en la clase de castellano, en primaria, cuando debíamos leer levantándonos de nuestro puesto la tarea semanal que consistía después del dictado oral y de escribir en el pizarrón, el leer nuestra “redacción libre”, ellas levantaban la mano a la profesora de mi colegio y le decían: «¡que lea primero la Carmen!”

Mis primeras “composiciones”, así se llamaban esas tareas, fueron cuentos y pequeñas redacciones líricas dedicadas en forma de odas, de prosa poética hecha de verdaderos elogios a la naturaleza.

A los quince años comencé a escribir mis primeros poemas, mi padre los leía con calma, me corregía, me daba consejos, como por ejemplo: «debes saber que el arte es uno solo, debes transfigurar la realidad, no hablar de  los hechos reales, debes transfigurarlos, evitar “la cosa misma”, ya sea en la pintura, la música, la literatura, todo arte exige el mismo procedimientos” y me elogiaba muchísimo ese talento, a esa edad comencé a formar un corpus de poesía existencial, sin otra experiencia real de la vida que libresca, y el tema se hizo serio y con gran conciencia de que mi destino estaba trazado entre la paleta y la escritura.

Sí, mi padre me dio mi primera lección de literatura y de pintura a mis dieciséis años, conocí gracias a mi padre, los principios de teoría literaria que leí en mi edad adulta preparando mi doctorado, “la littérature comme mensonge” [G.M. y M.L.]

Es ahora, al final de mi vida que estoy redactando mis Memorias, que puedo hacer escrito “ma vie litteraturisée”.

Mi padre me decía que él jamás hubiese podido escribir poesía como yo, sin embargo, era un genio del pensamiento y su escritura en sus críticas y artículos eran francamente novedosos y de estilo rudo y mordaz, no sin dejar cinceladas sus frases de franca ironía intelectual. Un estilo enteramente español.

Hoy viendo una película en DVD, un thriller de Dinamarca, con muchas vistas del mar, comprendí lo que cuando pequeña no sabía expresar cuando pasábamos con Mamá días enteros sentadas en la arena frente al mar, yo me decía, pero qué es lo que posee el mar que me subyuga y me ata con esa fuerza; es solo ahora que puedo poner palabras a esa inquietud infantil, a ese desasosiego que da el no comprender y que provoca un vacío, esa falta de algo esencial, es la ausencia de palabras.

Para mi es lo más trágico que puede ocurrirme, el no poder escribir, sin escribir me muero.

El quedarme pasiva sin pintar es lo mismo, estoy dispuesta a todos los sacrificios, pero quedarme inerte sin pintar y sin escribir, eso jamás.

Es necesario nombrar el misterio con palabras, para que nazca, viva y se instale como algo reconocido.

El misterio del mar nace de su perennidad y de esa capacidad que nos da el mar de sentir el infinito, de hacerlo viva sensación reconocida integrándola a nuestro ser y para toda la vida,  el misterio del mar es el poder mágico  que se instaló en él desde el origen del universo; es en el océano que  se aloja ese poder infatigable de hacernos sentir el infinito; podrán pasar años, siglos, podemos ausentarnos como yo lo hice durante cuarenta años y para nunca más volver a mi  playa del Quisco, a ese mar que me vio nacer y que desde mi infancia hasta ahora en mi vejez, sigue hablando, tan lejos, en una separación irreversible, él sigue incansablemente rugiendo, murmurando sus frases sobre la arena y, cuando la gente comenzaba a retirarse a eso de las seis de la tarde, era la hora que yo más quería porque podía quedarme sola con el mar murmurando sus secretos eternos,  solamente yo y el mar…yo resistía a la separación, mientras Mamá se impacientaba: “ya, vamos Carmencita que se hace tarde, que comienza a hacer frío, que te vas a resfriar y mañana no podrás venir…ven,  mañana volveremos…”

 

Carmen GAZMURI CHERNIAK

In, MEMORIAS mi vida de Chile a Francia

 

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