EL QUISCO

En este relato lírico, las reminiscencias de la autora toman el rumbo de un viaje telúrico y marino en la descripción de un balneario de su país de origen: Chile, y de sus veraneos en la cabaña naranja que su padre hizo construir con esmero antes de que ella naciera y se la regaló a su madre justo cuando Carmen cumplió un año, el diálogo marino comenzó en ese entonces.
Paseos por le bosque, largas caminatas al borde del mar, días enteros con su madre en la playa, paseos por la tarde bajando hacia la rambla para esperar el crepúsculo en un ritual salino para terminar en el centro del pueblo en la diversión de “los juegos” que eraun espacio polvoriento alumbrado con ampolletas que se suspendían con cables atados pobremente y que adornaban los sueños infantiles, la niña jugaba a la ruleta y ganaba siempre las “ pastillas pololeo” para volver a la cabaña, victoriosa de su premio azucarado, el que se repetía todas las tardes provocando la rabia de la propietaria de los “juegos”; las fogatas nocturnas con su padre, extensos momentos de silencio escuchando el mar y el viento que azotaba las ramas de los árboles contra las ventanas…Un espacio de vida que se vio mutilado el día en que forzado por la vejez su padre se vio obligado a vender la Cabaña naranja, y los nuevos propietarios la mutilaron de cuajo.
Lejos para siempre de ese paraíso infantil, y queriendo con la escritura inmortalizar ese maravilloso espacio de tiempo perdido, para darle una vida eterna y reparar la mutilación de esos salvajes, la autora resucita ese tiempo perdido que surge invencible y eterno de la bruma.
El Quisco, es su infancia, su adolescencia siempre sola con su madre, bordando con ella una vida feliz y paradisíaca en binomio absoluto; la figura del padre es la veneración y la ternura protectora; el Quisco es el ahínco de sus padres por darle el mar, que es aquí un personaje central, el que, junto a sus padres, reviven en este presente y nos sumimos en un espacio telúrico donde la palabra poética se hace vida y oda al mar.
El Quisco es el terruño eterno, personaje inmortal como los padres de la autora, que al final reviven gracias al poder de la palabra; la autora los hace revivir en este relato, es gracias a ellos que la autora se ató para siempre al mar, porque fueron sus padres, los verdaderos creadores de El Quisco.

ISBN : 978-2-916501-34-5 9782916501345                                                                                                     
15€